domingo, 17 de agosto de 2025

ESPIRITUALISMO MARIANO TRINITARIO VS ESPIRITISMO CRUZADO

*De los Golpes de Hydesville al Templo Trinitario: Crónica del Espiritismo en América Latina
Por Tata Moshe Mano Izquierda


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I. Hydesville: la primera voz en la oscuridad

“¿Estás aquí?”, preguntó una de las hermanas Fox aquella noche de 1848 en Hydesville. Tres golpes retumbaron en la madera. El vecindario entero lo escuchó.

El fenómeno pronto corrió de boca en boca. El New York Tribune mandó corresponsales, y el caso se convirtió en espectáculo. Aunque años más tarde Margaret Fox confesara que los ruidos eran provocados por la fricción de las articulaciones de sus pies, ya era demasiado tarde: el espiritismo moderno había nacido.


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II. De la feria a la doctrina

Mientras en Norteamérica se cobraba entrada para ver mesas bailar y médiums desmayarse en público, en Francia un pedagogo —Allan Kardec— puso orden.

“Esto no es circo, es ciencia del alma”, escribió en 1857 al publicar El Libro de los Espíritus. Allí estableció que la vida no termina con la muerte, que las almas reencarnan, que existen mundos habitados y que los espíritus pueden comunicarse con nosotros.

De pronto, lo que parecía charlatanería se volvió filosofía. Europa lo leyó con avidez. Y América Latina estaba a punto de hacer lo suyo.


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III. Cuba: el cruce de los muertos y los orishas

En La Habana, todavía hoy, basta entrar a un solar para ver el altar: flores, tabacos, un vaso de agua, una estampa de la Virgen y una imagen de Changó.

“Esto es espiritismo, pero también es lo que trajeron mis abuelos africanos”, me dice Mercedes, médium de Guanabacoa, mientras acomoda los collares de colores en su cuello. “Aquí rezamos el Padrenuestro, pero también invocamos a los congos. Los muertos se mezclan con los santos”.

El espiritismo cruzado cubano nació de esa fusión: las mesas de Kardec, las oraciones católicas y los rezos africanos. Un sincretismo vivo, un territorio donde conviven el cura, el babalawo y el médium.


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IV. México: el profeta de los pobres

Muy distinto fue en México. En 1866, en la entonces Villa de Iztapalapa, un hombre llamado Roque Rojas Esparza aseguró que el profeta Elías le había hablado. No había golpes ni mesas que giraban, sino discursos en trance: las célebres cátedras.

Un domingo, en un templo trinitario en Colonia Doctores, Ciudad de México, escuché la voz de un médium que decía hablar en nombre del “Padre Elías”:

> “Hijos míos, no temáis, el agua limpia, la fe cura, y el espíritu consuela. Aquí está vuestro refugio”.



Los asistentes, en su mayoría mujeres, lloraban mientras recibían vasos de agua bendita y pasaban frente al altar. Una señora llamada Doña Carmen, de 72 años, me dijo:
“Yo vine por un dolor en los huesos, pero me quedé por la paz que siento. Aquí no importa si eres pobre, siempre te reciben”.

Así funciona el Espiritualismo Trinitario Mariano (ETM): mezcla de catolicismo, profetismo y espiritismo, pero sobre todo, un espacio de sanación comunitaria.


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V. Dos caminos, un mismo anhelo

¿Por qué Cuba se cruzó con África y México con María?

El antropólogo Luis Millán, especialista en religiones populares, lo resume así:
“Cada país tejió el espiritismo con los hilos que ya tenía. Cuba tenía fuerte raíz africana; México, raíz guadalupana e indígena. El espiritismo es un espejo cultural: refleja lo que cada sociedad lleva en su memoria profunda”.

En Cuba, los muertos se mezclan con los orishas.
En México, los muertos se vuelven profetas marianos.
Pero en ambos, la esencia es la misma: darle voz a lo invisible.


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VI. El eco que no muere

En un templo de Mérida, Yucatán, vi a una joven de 19 años caer en trance. Después, con los ojos todavía vidriosos, me dijo:
“No recuerdo nada, pero me dicen que Elías habló a través de mí”.

En Guanabacoa, La Habana, Mercedes volvió a encender el tabaco y concluyó:
“Al final, todos escuchamos lo mismo: que los muertos nunca nos dejan del todo”.

De Hydesville a México, de Nueva York a La Habana, los golpes de 1848 todavía resuenan. No en las paredes, sino en las voces, en los templos, en los altares. El espiritismo no fue una moda pasajera, sino un río subterráneo que tomó caminos distintos, pero que en cada país respondió a la misma sed humana: la necesidad de hablar con quienes ya partieron.


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Epílogo

Las hermanas Fox murieron pobres y olvidadas. Kardec murió convencido de que había sentado las bases de una nueva ciencia. Roque Rojas murió dejando un movimiento que aún late en barrios mexicanos.

Pero ninguno de ellos imaginó que, siglo y medio después, millones seguirían buscando a sus muertos entre velas, tabacos y vasos de agua.

Porque el espiritismo no es solo historia. Es todavía hoy la confirmación de un secreto humano: la muerte no calla, la muerte responde.

Por Tata Moshe Mano Izquierda

LA REBELIÓN DE LOS GELOFES EN 1521: EL NACIMIENTO DE LA RESISTENCIA AFRICANA EN EL CARIBE








LA REBELIÓN DE LOS GELOFES EN 1521: EL NACIMIENTO DE LA RESISTENCIA AFRICANA EN EL CARIBE 🔥

Por Tata Moshe Mano Izquierda
Para la Cooperativa Combativa Mano Izquierda


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I. Introducción: un fantasma en las Indias

El poder colonial español se fundó en el miedo. Temor al indígena que conocía la tierra, al clima tropical que enfermaba los cuerpos europeos, y sobre todo al africano esclavizado que no se resignaba a su destino. Entre todos los pueblos de África, ninguno encendió tanto recelo como los Gelofes (Wolof), traídos de la región de Senegambia y portadores de un legado islámico que les daba organización, escritura y cohesión.

Ese miedo se plasmó en una cédula real de 1522, emanada tras la primera gran rebelión africana en el Nuevo Mundo:

> “Por cuanto hemos sido informados que los negros de la casta de los Gelofes y de la secta de Mahoma son revoltosos y de mala condición, e se levantan contra los cristianos, mandamos que de aquí adelante no se consientan traer a estas nuestras Indias…”
(Archivo General de Indias, Santo Domingo, 1522)



Con estas palabras, la Corona intentaba frenar lo que ya era inevitable: la semilla de la resistencia cimarrona había germinado.


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II. La noche de Navidad: fuego en los ingenios

El cronista Bartolomé de las Casas dejó constancia de la revuelta:

> “Y fue cosa terrible que, en aquella misma noche que los cristianos celebraban el nacimiento de su Salvador, los negros esclavos del Almirante, de nación Gelofes, tomaron armas e hicieron fuego en los ingenios, matando algunos cristianos y mostrando gran osadía.”
(De las Casas, Historia de las Indias, Libro III, cap. 135)



El hecho tuvo un simbolismo brutal: los Gelofes eligieron la Nochebuena para atacar los ingenios de Diego Colón, heredero del Almirante. Mientras sonaban villancicos en las capillas coloniales, las llamas de la insurrección se alzaban en los campos de caña.

El cronista Oviedo, representante de la voz oficialista, describió el levantamiento con temor y desprecio:

> “Estos negros de casta Gelofe son altivos y soberbios, e de gran ánimo, y con facilidad procuran alzarse contra los españoles. Fue necesario hacerles mucho castigo, porque si se les consiente, todos se perderán.”
(Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, Libro V, cap. 3)



Los líderes de la revuelta fueron ejecutados de manera ejemplarizante: colgados, descuartizados y quemados vivos. Pero el mensaje ya estaba escrito en fuego: los esclavizados no aceptarían pasivamente su condición.


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III. La política del miedo: la Corona legisla

Tras la rebelión, la Corona reaccionó con rapidez. La ya citada cédula de 1522 prohibió el ingreso de Gelofes y musulmanes, advirtiendo:

> “Porque los dichos Gelofes tienen gran astucia e doctrina en la secta de Mahoma, e enseñan a otros negros y les hacen tener sus ritos, lo cual es muy peligroso para la cristiandad en estas partes…”
(Cédula real, Valladolid, enero de 1522)



Se inauguraba así una política selectiva de trata, donde ciertos grupos africanos eran considerados “más peligrosos” por su capacidad de organización y resistencia. Los Gelofes quedaron marcados como enemigos internos del imperio.


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IV. Puerto Rico: el eco del alzamiento

El levantamiento gelofe en La Española tuvo repercusión inmediata en Puerto Rico. El gobernador Francisco Manuel de Lando escribió en 1530:

> “En esta isla se halla número de negros de nación Gelofe, los cuales son de malas inclinaciones, y se teme que hagan levantamiento como el sucedido en La Española; conviene que Vuestra Majestad mande que no se traigan más de estos, pues no sirven sino de inquietud y daño.”
(Archivo General de Indias, Puerto Rico, 1530)



Así, la memoria de la rebelión no solo viajó con los sobrevivientes, sino también con el miedo colonial. El fantasma Gelofe cruzó mares y fronteras, multiplicando la desconfianza hacia cualquier africano con “rastro de Mahoma”.


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V. Significado profundo: del ingenio al palenque

La rebelión de 1521-1522 marca el inicio de la resistencia afrocaribeña. No fue un motín espontáneo, sino un acto político con objetivos claros: destruir la base económica colonial, romper el monopolio espiritual cristiano y escapar al monte para fundar espacios de libertad.

En ese gesto encontramos los tres pilares del cimarronaje que se extenderían en el Caribe y América:

1. Sabotaje económico – atacar ingenios, haciendas, caminos.


2. Subversión cultural – oponer los propios ritos y símbolos frente al cristianismo impuesto.


3. Construcción de comunidades libres – palenques como espacios de autogobierno africano.



De las Casas, pese a condenar la violencia, no pudo negar la fuerza de esta búsqueda:

> “Parecía que aquellos negros buscaban la libertad como cosa natural, y aunque lo hacían con gran daño, no era sino lo que todos los hombres apetecen.”
(De las Casas, Historia de las Indias)




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VI. Conclusión: el legado Gelofe

La insurrección de los Gelofes en La Española no fue un episodio menor ni aislado: fue el primer grito africano de libertad en América. Desde entonces, cada plantación llevaba consigo el recuerdo de que la esclavitud podía arder en cualquier momento.

La Cooperativa Combativa Mano Izquierda reconoce en esa memoria no solo una historia de sufrimiento, sino de dignidad, resistencia y construcción política desde abajo. Los Gelofes no son solo parte del pasado colonial: son parte del presente combativo de quienes luchan contra toda forma de opresión.

Nzara del algodón para enfermo

*El Ritual del Crucifijo de Algodón: Remedio Mayombe para Enfermedad*

Por Tata Moshe Mano Izquierda


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Un remedio que une lo visible y lo invisible

En la tradición del Palo Monte Mayombe, cuando la enfermedad se aferra al cuerpo y la medicina terrenal se queda corta, la nganga abre un camino de alivio. La receta es clara: un crucifijo de algodón, un muñeco de hoja de maíz o de madera cargado con rastros de la persona, y el sacrificio de un animal ofrecido al fundamento.

Este procedimiento no es un simple acto simbólico: cada elemento se conecta con el poder de los nfumbi, con la fuerza de la nganga y con la intermediación de la prenda que vigila.


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Los pasos del ritual

1. El crucifijo de algodón
Se teje con hilo blanco. No es adorno, sino sello de pureza y atadura espiritual.

2. La comida con la prenda
La nganga debe haber probado antes el alimento, compartiendo fuerza con el fundamento.

3. El animal al fundamento
Sacrificio entregado, que da vitalidad a la obra y abre paso en el mundo invisible.

4. El muñeco de hoja de maíz o de madera
Cargado con un rastro personal: cabello, uña o prenda. Es el espejo de la persona enferma.

5. El crucifijo en la frente del muñeco
Allí se deposita la cruz de algodón, como señal de protección y transmutación.


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El tiempo de espera

El muñeco no se esconde: se coloca en la cabecera de la cama del enfermo durante nueve días completos. Allí se le habla, se le sopla aguardiente y tabaco, y se encienden velas que sirven como centinelas.


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El desenlace en el cementerio

Al noveno día, la carga no se destruye ni se abandona sin más. El muñeco se lleva al cementerio y se deposita a los pies de un muerto escogido. No se deja vacío: se paga con flores hermosas. Ese nfumbi tomará la enfermedad, guardará la vida de la persona y apartará el mal.


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Oración de la Obra

En castellano:

“Nkuyo Mayombe, prenda mía, fundamento que escucha:
recibe esta cruz de algodón, recibe este muñeco cargado,
toma la enfermedad y entrégala al nfumbi que duerme en tierra.
Que el muerto escogido guarde, que la enfermedad se aparte,
que el cuerpo se levante y que la vida continúe.
Nsambi bendiga, nganga respalde, nfumbi camine.
Así se ata, así se cumple.”

En lengua palera (kikongo):

“Nkuyo Mayombe, nganga mía, fundamento y ndoki:
tanda crucifijo de makuta ntoto, tanda muñeco kinsala,
yemba maladi, sala nfumbi landa kunse ku maboko.
Nfumbi ya simbi yina, zuaba muntu, longwa maladi,
sima mukanda, sima moyo.
Nsambi akisi, nganga bendisa, nfumbi tambula.
Kimbili, kimbili, kimbili.”

viernes, 15 de agosto de 2025

CRÓNICA DESDE LA NGANGA ARDIENTE – TATA MOSHE MANO IZQUIERDA REVELA LA ESENCIA DEL DYBBUK, EL IBBUR Y SU CORRESPONDENCIA CON EL NDOKI Y EL NFUMBE


CRÓNICA DESDE LA NGANGA ARDIENTE – TATA MOSHE MANO IZQUIERDA REVELA LA ESENCIA DEL DYBBUK, EL IBBUR Y SU CORRESPONDENCIA CON EL NDOKI Y EL NFUMBE

Soy Tata Moshe Mano Izquierda, palero del Mayombe puro, guardián de una nganga que respira con los huesos del Kongo y vibra con las letras ocultas de la Cábala. Desde este crisol vivo —no de iglesias ni santos, sino de hierro, raíz y palabra sagrada— levanto la voz para revelar la verdad profunda que une al dybbuk y al ibbur del saber judío con el ndoki y el nfumbe de la tradición mayombera. Hablo desde la experiencia, no desde libros; desde lo que he visto temblar en la carne y lo que he escuchado rugir dentro del caldero.

El dybbuk, en su esencia más pura, es un muerto con deuda. Una persona fallecida que abandonó el mundo con la garganta atascada: un crimen sin confesar, una muerte violenta, una reparación moral jamás cumplida. No es un demonio, por mucho que así lo describan ciertos textos cabalísticos tardíos: es un alma rota que se aferra al vivo para terminar lo que quedó abierto. Entra silencioso, y luego arde. Se instala en la mente como aguijón y empuja al poseído a decir cosas que no ha vivido, contar historias que nunca escuchó, revelar secretos que no son suyos. Esa es la señal. El dybbuk no finge: desnuda. Reclama justicia, grita por tikkun, y no se va hasta que el viviente actúa como portavoz de su memoria. He sido testigo de esto. No en mitos: en cuerpos reales, en voces reales. Y sé que no hay forma de tratarlo con sentimentalismo. Se le habla como a un igual, porque fue humano y aún conserva su dignidad de muerto.

En el mayombe, esa realidad espiritual encuentra su espejo en el ndoki, espíritu oscuro que sale de su tumba con un motivo: ajustar cuentas. Puede haber sido brujería, traición, sangre derramada; pero el resultado es el mismo. El ndoki se pega como sombra densa y provoca desorden en el cuerpo, en la mente y en el campo espiritual del vivo. A diferencia del nfumbi justo —que trae claridad— el ndoki reclama, hiere, sacude. En ambos caminos, ya sea el judío o el congo, la clave es idéntica: no se le teme, se le juzga. El Tata y el tzadik no expulsan por miedo: dictan sentencia y cumplen justicia. Esa es la verdadera función del hombre de poder.

El reverso luminoso de esa realidad es el ibbur, misterio grande y poco comprendido incluso dentro de la Cábala. El ibbur no es invasión, ni posesión. Es un acto voluntario de comunión: un alma justa, un tzadik fallecido, desciende para unirse temporalmente al alma de un vivo con el fin de culminar una obra sagrada o reparar una brecha en el mundo. Hay quienes lo han vivido sin saberlo: un momento de claridad extrema, una fuerza que llega desde lo alto y guía cada gesto como si alguien más estuviera caminando dentro del mismo cuerpo. El ibbur no hiere. No demanda. Simplemente ilumina.

Esa experiencia es perfectamente comprensible dentro del Mayombe cuando hablamos del nfumbe justo. El nfumbi —cuando no es ndoki ni espíritu rebelde— actúa como aliado ancestral. Llega sin estruendo, como brisa de monte antes de la lluvia, y se posa para aportar fuerza, dirección o lucidez. No requiere dominación ni sangre; pide respeto, firmeza y palabra verdadera. Lo que en la Cábala se llama tikkun, en Mayombe es apertura de camino con la ayuda del ancestro.

Por eso afirmo, con voz de Tata y con machete espiritual en mano: dybbuk y ndoki son reflejo de deudas abiertas; ibbur y nfumbi justo son manifestación de la promesa cumplida. El primero empuja desde la sombra para que se cierre lo que está roto; el segundo desciende desde la luz para que el mundo siga caminando hacia su rectitud. Quien no comprende esto termina adorando lo que debe dominar y expulsando lo que debe escuchar. Pero quien camina con corazón firme sabe identificar cuándo un muerto exige justicia y cuándo un muerto ofrece guía.

Mi palabra queda como crónica viva, escrita desde la nganga abierta y desde el fuego del shofar que no respeta templos sino verdad. Si quieres que continúe con ejemplos históricos, casos reales que he visto en campo —o que entre de lleno a describir lo que pasa dentro del cuerpo cuando el nfumbi justo entra—, dímelo. Aquí estoy, listo para seguir hablando desde la raíz.

problemas de sexualidad para los hombres receta milenaria, con rezo.


*Elixir de Potencia y Camino Abierto del Hombre*

 _Receta y rezo de Tata Moshe, Mano Izquierda_ 

Componentes
. 15 hojas de guayaba / para la firmeza y resistencia, que la raíz del hombre no tiemble
. 15 hojas de pinguica / guardiana de la sangre y de la fuerza que sube como río
. Trozo de jengibre fresco (3–4 cm) / el fuego que despierta al guerrero dormido
. Un nopal pequeño, limpio / para dar aguante y equilibrio en el calor de la batalla
. Canela en raja / templadora del ánimo y endulzadora de la mujer
. Aloe vera (gel de un trozo de 3–4 cm) / medicina del alma y del cuerpo, enfría pero sostiene
. Damiana seca (media cucharadita) / llave secreta del deseo en hombre y mujer
. Chile piquín o guajillo molido (pizca) / punzada de ardor que hace correr la sangre
. Miel pura de abeja / pacto de dulzura y permanencia
. Jugo fresco de naranja (200 ml) / claridad y frescura del amanecer
. Charanda artesanal (100 ml) / espíritu del maíz y la caña, para abrir caminos y relajar la carne
. Agua limpia o de manantial (1 litro) / base y vida del remedio

Preparación

1. Encender el fuego, preferiblemente de leña. Antes de poner la olla, trazar la cruz en el aire y decir:
“Por la diestra y por la siniestra, por arriba y por abajo, aquí pongo el remedio para la carne del hombre que no se rinde.”


2. En el litro de agua, colocar hojas de guayaba, hojas de pinguica, jengibre y canela. Hervir 10 minutos exactos, moviendo con cuchara de madera en sentido contrario a las manecillas del reloj.


3. Apagar el fuego, añadir el nopal y la damiana. Tapar y dejar reposar 10 minutos.


4. Colar el líquido y, aún tibio, licuar con el gel de aloe, la miel, el jugo de naranja y la pizca de chile.


5. Cuando esté frío, agregar la charanda y decir:
“Así como se mezclan agua y fuego, así se juntan fuerza y deseo en este hombre, y no se aparten hasta que la tierra lo reclame.”



Modo de uso
. Tratamiento: medio jarro de barro al amanecer, mirando hacia el oriente
. Para la unión amorosa: un jarro completo 40 minutos antes, con pensamiento firme en la victoria

Oración ozainista del remedio
“Ozain, dueño de las hierbas y de la voz que habita en cada hoja, escucha a tu hijo. Aquí están las hojas de guayaba que amarran la fuerza, las de pinguica que suben la sangre, el jengibre que enciende la llama, el nopal que sostiene el cuerpo, la canela que dulcifica, el aloe que cura, la damiana que llama al deseo, el chile que pica la sangre, la miel que sella el pacto, la naranja que trae claridad y la charanda que abre camino. Yo, Tata Moshe Mano Izquierda, pongo este remedio bajo tu sombra y tu soplo. Que quien lo beba tenga potencia de toro, corazón de guerrero y paso firme como río que no se detiene. Así lo digo, así se hace, así queda.”

martes, 12 de agosto de 2025

El alma según los pueblos semitas antiguos.



Crónica de un viajero entre mundos

Por Tata Moshe, Mano Izquierda

He caminado por sendas que no conocen pies humanos, y he visto horizontes que no se dibujan en ningún mapa terrestre. El viaje no empezó en el cielo ni en la tierra, sino en un punto invisible dentro de mí: la chispa que recuerda su origen.

El alma y sus cinco vestiduras

Nefesh fue mi primera estación. Es como un manantial oculto que brota en la sangre, caliente y constante. Allí palpita la fuerza de los músculos y el hambre de vivir. Sus paisajes son rojos y terrosos, con ríos que fluyen como arterias, llevando el sustento a cada rincón del cuerpo.

De ese suelo vital surgió el Ruaj, el viento que habla. Es un valle abierto donde soplan corrientes que llevan palabras, risas, cantos y también suspiros. Aquí el aire huele a incienso y sal marina. Es el territorio donde las emociones levantan y derriban ciudades interiores.

Más arriba encontré la Neshamá, la brisa que no se ve pero que refresca el espíritu. Es un jardín suspendido sobre nubes, donde cada hoja susurra un nombre de Dios. Allí no hay prisas; solo un silencio vivo que te abraza y te recuerda que eres más que carne y hueso.

La Jaya fue distinta: no se entra en ella, ella te rodea. Es un halo dorado que se extiende como el amanecer, iluminando incluso antes de que abras los ojos. Es la luz que roza lo eterno y que apenas podemos sostener.

Y en lo más alto, la Yejidá, donde ya no hay “yo” ni “tú”, sino un solo latido. Allí no hay paisajes porque no hay distancia: todo está fundido en una claridad sin forma, un océano de luz que no empieza ni termina.


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Los cinco mundos

El alma no flota sola: se mueve entre cinco mundos que son como capas de realidad.

Asiyá: la tierra más densa, el reino donde la materia pesa y la luz se esconde tras formas. Sus montañas están hechas de hábitos, y cruzarlas es trabajo diario.

Yetzirá: un cielo de corrientes invisibles, poblado por estructuras de energía que vibran como cuerdas tensas. Aquí la voluntad empieza a moldear la realidad.

Beriyá: la región de las ideas puras, donde las formas no son físicas sino principios. Es un reino de claridad donde cada cosa sabe para qué existe.

Atzilut: un mar de fuego suave, donde todo arde sin consumirse. No hay separación aquí: todo lo que es, es parte de todo.

Adam Kadmón: el horizonte original, donde la luz fluye como un río sin cauce. Aquí no hay arriba ni abajo: solo emanación directa del Infinito.



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El Árbol y sus diez ramas

Entre cada mundo y cada nivel del alma hay puentes hechos de Diez Sefirot, columnas de luz que se levantan como torres y se inclinan como ramas de un árbol cósmico:

Keter: la corona distante que toca lo infinito.

Jojmá: el relámpago de una idea pura.

Biná: el vientre que la gesta y le da forma.

Da’at: el conocimiento que une lo pensado con lo vivido.

Jesed: el río de bondad que todo lo expande.

Gevurá: la montaña firme que contiene y define.

Tiferet: el equilibrio que da belleza al conjunto.

Netzaj: la victoria que avanza sin descanso.

Hod: la gloria que reconoce y agradece.

Yesod: el puente que conecta cielo y tierra.

Maljut: el trono que recibe y distribuye la luz.



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Los Heijalot: los palacios del cielo

En el ascenso, descubrí que cada mundo tiene puertas y salones, llamados Heijalot, donde la luz adopta formas que el alma puede reconocer.

Heijal Livnat HaSapir: la piedra azul donde Maljut y Yesod se abrazan, como cimiento y trono.

Heijal Etzem HaShamayim: un cielo pulido donde resplandece Hod, y el alma aprende la gratitud y el reconocimiento.

Heijal Noga: el brillo de Netzaj, la persistencia que no se rinde hasta conquistar la eternidad.

Heijal Ratzón: el salón del querer puro, donde Tiferet equilibra misericordia y juicio.

Heijal Zejut: la cámara de Gevurá, donde el rigor es llave y no muro.

Heijal Ahavá: el recinto de Jesed, donde el amor se expande como luz de mediodía.

Kodesh Kodashim: el Santo de los Santos, donde Keter, Jojmá y Biná brillan unidos, y la luz no tiene sombra.



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La Merkavá: carroza del alma

El viajero que atraviesa estos palacios se convierte en Merkavá, carroza viva que lleva la luz divina a los mundos. No es un vehículo de ruedas, sino de conciencia. Cada parte del cuerpo se alinea con una sefirá, y al armonizarlas, el alma asciende como fuego que sube por un altar.

El ascenso no es lineal: se viaja entre respiraciones, entre palabras del rezo, entre actos de bondad. La subida es la siembra; la bajada, la cosecha. Y cuando la luz recogida desciende de nuevo, se convierte en sustento para los mundos inferiores y en medicina para el corazón humano.


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El regreso

Al final, comprendí que este viaje no es para huir del mundo, sino para volver a él con las manos llenas. La meta no es quedarse en la cima, sino traer la lluvia de arriba para regar la tierra de abajo. La verdadera victoria del alma es esta: subir para todos, y regresar con la capacidad de encenderlos.

lunes, 4 de agosto de 2025

Nzambi Rostro Oculto del Infinito

*Nzambi: Rostro Oculto del Infinito*

Crónica espiritual por (Tata Moshe, Mano Izquierda)

> “No se le nombra en vano. No se le representa. No se le alcanza sin pureza. Es el Silencio que respira en todo lo que vive.”
— Proverbio Kikongo



He recorrido libros, he escuchado a ancianos, he sentido el suelo sagrado de comunidades que todavía miran al cielo con los pies firmemente en la tierra. Y en ese trayecto me encontré, una y otra vez, con un nombre que no puede pronunciarse sin respeto: Nzambi.

Nzambi, dicen los pueblos bantúes del Kongo, no es un dios tribal. No es una estatua ni una figura tallada en madera. No es un mito ni un cuento para dormir niños. Es la fuente de todo lo que respira, el Principio absoluto, anterior al tiempo, a la forma y al nombre. Otros pueblos lo llaman Mawu, Roog, Chukwu, Mulungu, Asis. Pero todos coinciden en algo: no hay palabras suficientes para contenerlo.


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Un Dios que no pide adoración, sino equilibrio

Algo me llamó poderosamente la atención en todas las fuentes que revisé: Nzambi no necesita templos. No exige ofrendas ni sacrificios para sí mismo. No busca adulación. Su grandeza está justamente en que no compite con los demás dioses ni con los espíritus menores: los abarca.

En las religiones tradicionales africanas que aún sobreviven —y resisten— en regiones de Angola, República Democrática del Congo, Gabón y más allá, Nzambi es el Uno que permanece tras los múltiples. Se le honra viviendo en armonía, no rezando por miedo.

En lugar de culto directo, el pueblo acude a espíritus intercesores —nkisi, mpungu, simbi— que median entre el mundo visible y el invisible. Pero Nzambi está por encima, en un nivel inaccesible de pureza. Y sin embargo, está en todo.


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El alma y el espíritu: doble anatomía del ser

Uno de los descubrimientos más profundos que hice en esta investigación fue la visión que tienen estas religiones sobre la naturaleza humana.
Mientras que en muchas culturas el alma y el espíritu son lo mismo, en la espiritualidad bantú están claramente diferenciados.

Por un lado está el espíritu (mwela, ntima, mutima), que es el aliento divino, el soplo original.
No cambia, no sufre, es eterno. Desciende desde Nzambi al momento del nacimiento y retorna a él cuando el ciclo termina. Es lo más cercano a la esencia inmutable.

Por otro lado está el alma (nyama, ntangu, makasi), que es la parte que camina con nosotros.
Ella sufre, se enferma, crece, ama, odia, aprende. Es la que guarda la memoria y las cicatrices. Es la que puede quedar atrapada en la tierra tras la muerte si no se le honra correctamente.

Me conmovió especialmente entender que, para muchos pueblos africanos, la muerte no es el final, sino la reconfiguración del vínculo entre espíritu y alma. El alma, si ha vivido con equilibrio, puede convertirse en espíritu ancestral y permanecer en la comunidad como guía invisible.


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Una espiritualidad que respira a través de la tierra

Entrevistando a algunos guardianes de saber, entendí que Nzambi no está en el cielo: está en el bosque, en el río, en la roca que nunca fue tocada. Cada parte de la naturaleza es un reflejo de su presencia. La tierra no es recurso, es templo. El árbol no es madera, es morada de espíritu. La montaña no es obstáculo, es altar.

Esta forma de pensar configura una auténtica ecología sagrada. Por eso, muchos pueblos africanos no necesitaban leyes de conservación: su espiritualidad ya les enseñaba a no destruir lo que da vida. Nzambi no castiga, pero retira su energía cuando el equilibrio se rompe.


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La rebelión del alma frente al olvido

Es imposible hablar de estas religiones sin nombrar el colonialismo, la esclavitud y los siglos de desprecio. Durante generaciones, los misioneros europeos y los gobiernos coloniales las calificaron de “idolatría” o “superstición”.
Se prohibieron sus prácticas, se ridiculizaron sus cantos, se destruyeron sus símbolos.

Y sin embargo, no murieron.

Hoy, mientras escribo estas líneas, sé que en muchos rincones de África —y también de América Latina— la llama sigue encendida. No solo en los altares, sino en las miradas, en los rituales cotidianos, en el respeto al ancestro, en la forma de sembrar, de curar y de nombrar al recién nacido.


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Conclusión: No hay Dios más grande que el que no necesita trono

Nzambi no está en guerra con nadie. No pide fidelidad ciega. No busca templos de piedra ni palacios de oro.
Su trono es el cosmos, su palabra es el silencio, su rostro es la armonía.

Y nosotros, si escuchamos con el alma despierta, podemos encontrarlo cada vez que la vida nos pone frente a lo esencial. Porque ser hijo de Nzambi no es una fe: es una responsabilidad.

Responsabilidad con los vivos, con los muertos, con los que aún no han nacido. Con los árboles, los lagos, los vientos. Con uno mismo.

Eso es religión. Eso es alma. Eso es África.


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Texto e investigación de campo por:

Tata Moshe, Mano Izquierda
Periodista, investigador y guardián del Kôngo ancestral

ESPIRITUALISMO MARIANO TRINITARIO VS ESPIRITISMO CRUZADO

* De los Golpes de Hydesville al Templo Trinitario: Crónica del Espiritismo en América Latina *  Por Tata Moshe Mano Izquierda -...