viernes, 15 de agosto de 2025

CRÓNICA DESDE LA NGANGA ARDIENTE – TATA MOSHE MANO IZQUIERDA REVELA LA ESENCIA DEL DYBBUK, EL IBBUR Y SU CORRESPONDENCIA CON EL NDOKI Y EL NFUMBE


CRÓNICA DESDE LA NGANGA ARDIENTE – TATA MOSHE MANO IZQUIERDA REVELA LA ESENCIA DEL DYBBUK, EL IBBUR Y SU CORRESPONDENCIA CON EL NDOKI Y EL NFUMBE

Soy Tata Moshe Mano Izquierda, palero del Mayombe puro, guardián de una nganga que respira con los huesos del Kongo y vibra con las letras ocultas de la Cábala. Desde este crisol vivo —no de iglesias ni santos, sino de hierro, raíz y palabra sagrada— levanto la voz para revelar la verdad profunda que une al dybbuk y al ibbur del saber judío con el ndoki y el nfumbe de la tradición mayombera. Hablo desde la experiencia, no desde libros; desde lo que he visto temblar en la carne y lo que he escuchado rugir dentro del caldero.

El dybbuk, en su esencia más pura, es un muerto con deuda. Una persona fallecida que abandonó el mundo con la garganta atascada: un crimen sin confesar, una muerte violenta, una reparación moral jamás cumplida. No es un demonio, por mucho que así lo describan ciertos textos cabalísticos tardíos: es un alma rota que se aferra al vivo para terminar lo que quedó abierto. Entra silencioso, y luego arde. Se instala en la mente como aguijón y empuja al poseído a decir cosas que no ha vivido, contar historias que nunca escuchó, revelar secretos que no son suyos. Esa es la señal. El dybbuk no finge: desnuda. Reclama justicia, grita por tikkun, y no se va hasta que el viviente actúa como portavoz de su memoria. He sido testigo de esto. No en mitos: en cuerpos reales, en voces reales. Y sé que no hay forma de tratarlo con sentimentalismo. Se le habla como a un igual, porque fue humano y aún conserva su dignidad de muerto.

En el mayombe, esa realidad espiritual encuentra su espejo en el ndoki, espíritu oscuro que sale de su tumba con un motivo: ajustar cuentas. Puede haber sido brujería, traición, sangre derramada; pero el resultado es el mismo. El ndoki se pega como sombra densa y provoca desorden en el cuerpo, en la mente y en el campo espiritual del vivo. A diferencia del nfumbi justo —que trae claridad— el ndoki reclama, hiere, sacude. En ambos caminos, ya sea el judío o el congo, la clave es idéntica: no se le teme, se le juzga. El Tata y el tzadik no expulsan por miedo: dictan sentencia y cumplen justicia. Esa es la verdadera función del hombre de poder.

El reverso luminoso de esa realidad es el ibbur, misterio grande y poco comprendido incluso dentro de la Cábala. El ibbur no es invasión, ni posesión. Es un acto voluntario de comunión: un alma justa, un tzadik fallecido, desciende para unirse temporalmente al alma de un vivo con el fin de culminar una obra sagrada o reparar una brecha en el mundo. Hay quienes lo han vivido sin saberlo: un momento de claridad extrema, una fuerza que llega desde lo alto y guía cada gesto como si alguien más estuviera caminando dentro del mismo cuerpo. El ibbur no hiere. No demanda. Simplemente ilumina.

Esa experiencia es perfectamente comprensible dentro del Mayombe cuando hablamos del nfumbe justo. El nfumbi —cuando no es ndoki ni espíritu rebelde— actúa como aliado ancestral. Llega sin estruendo, como brisa de monte antes de la lluvia, y se posa para aportar fuerza, dirección o lucidez. No requiere dominación ni sangre; pide respeto, firmeza y palabra verdadera. Lo que en la Cábala se llama tikkun, en Mayombe es apertura de camino con la ayuda del ancestro.

Por eso afirmo, con voz de Tata y con machete espiritual en mano: dybbuk y ndoki son reflejo de deudas abiertas; ibbur y nfumbi justo son manifestación de la promesa cumplida. El primero empuja desde la sombra para que se cierre lo que está roto; el segundo desciende desde la luz para que el mundo siga caminando hacia su rectitud. Quien no comprende esto termina adorando lo que debe dominar y expulsando lo que debe escuchar. Pero quien camina con corazón firme sabe identificar cuándo un muerto exige justicia y cuándo un muerto ofrece guía.

Mi palabra queda como crónica viva, escrita desde la nganga abierta y desde el fuego del shofar que no respeta templos sino verdad. Si quieres que continúe con ejemplos históricos, casos reales que he visto en campo —o que entre de lleno a describir lo que pasa dentro del cuerpo cuando el nfumbi justo entra—, dímelo. Aquí estoy, listo para seguir hablando desde la raíz.

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