Por Tata Moshe Mano Izquierda
Las costas de Campeche, Yucatán y Belice fueron durante los siglos XVII y XVIII un hervidero de intereses imperiales, rutas clandestinas y saqueos sin tregua. Pero detrás de cada historia de pólvora y oro, hubo también cadenas rotas, cuerpos negros fugados y memorias ocultas en las mareas. Este es un relato desde las orillas menos narradas: la participación de los afrodescendientes en la historia de la piratería y la esclavitud en el Caribe continental.
Campeche: la ciudad que ardió en saqueos
Campeche fue una joya estratégica para la Corona española por su producción de palo de tinte. Pero también fue blanco constante de ataques piratas. En 1633, un corsario afrodescendiente llamado Diego “el Mulato”, exesclavo cubano, participó en un feroz ataque junto al holandés Cornelius Jol. Saquearon la ciudad y sembraron el terror, desnudando la vulnerabilidad de las colonias españolas.
Años después, en 1663, los ingleses Christopher Myngs y Edward Mansvelt lideraron uno de los mayores saqueos del siglo. Con más de mil hombres y 14 navíos, arrasaron Campeche, robaron armas, alimentos y esclavos, y partieron dejando una ciudad devastada. Fue a partir de estos ataques que se levantaron las famosas murallas que hoy rodean el centro histórico.
Yucatán: esclavitud en tierra firme
Lejos de las batallas navales, la esclavitud africana en Yucatán fue brutal y sistemática. Desde el siglo XVI, llegaron miles de personas esclavizadas, muchas transportadas desde La Habana o Veracruz. En Mérida ya se registraban cofradías afrodescendientes desde 1580. Hacia el siglo XVIII, comunidades negras y mulatas poblaban los obrajes, haciendas y zonas costeras.
Durante el periodo del Asiento de Negros, Inglaterra obtuvo el derecho legal de introducir esclavos a territorios españoles. Muchos desembarcaron en Campeche. En 1779, tras un conflicto en el Cayo de Belice, al menos 30 esclavos capturados fueron vendidos en Campeche, y posteriormente reexportados a Cuba.
Belice: enclave pirata y esclavista
Mientras España intentaba mantener el control del istmo, Inglaterra usaba Belice como refugio para corsarios y traficantes. Los llamados "Baymen" —colonos británicos que combinaban el comercio de madera con piratería— formaron sus asentamientos en la costa. En esas tierras también se establecieron personas esclavizadas, traídas para cortar caoba y defender los enclaves ingleses ante el ataque español.
Belice fue también territorio de rebeliones y escape. Varios afrodescendientes se unieron a los grupos garífunas o crearon comunidades propias tras liberarse. La batalla de St. George’s Caye en 1798, donde esclavos lucharon junto a los ingleses contra los españoles, simboliza la complejidad de estas alianzas: libertad prometida a cambio de fidelidad armada.
Piratería, esclavitud y resistencia compartida
Aunque la piratería no fue un movimiento negro, sí implicó a muchos afrodescendientes. Algunos fueron esclavizados por piratas; otros se integraron como tripulantes y luchadores. La figura de Diego el Mulato representa esa grieta en el sistema colonial: un esclavo convertido en corsario, un hombre que combatió al imperio que lo había esclavizado.
Las costas de Campeche, Yucatán y Belice no solo vieron pasar galeones. Vieron resistencias, fugas, comunidades cimarronas, alianzas imprevistas y memorias negras ancladas en tierra y mar. Allí, la piratería y la esclavitud se cruzaron no como enemigos absolutos, sino como fuerzas que, a veces, compartieron barcos, botines y rebeliones.
Conclusión
La historia de los afrodescendientes en el Caribe continental no se limita a cadenas. Es también una historia de navegación, astucia, armas robadas y alianzas inesperadas. Donde hubo fuego de cañón, también hubo esperanza de libertad. Y en cada saqueo, una puerta se abría —aunque fuera por instantes— a la posibilidad de vida digna más allá de la esclavitud.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario